martes, 28 de julio de 2009

Biografía de Guillermo Rawson

Médico y Estadista. Ciudadano eminente. Nació en la ciudad de San Juan el 24 de junio de 1821, del matrimonio formado por Amán Rawson, distinguido médico norteamericano, y de doña María Jacinta Rojo, natural de dicha ciudad. A los 18 años de edad pasó a Buenos Aires a cursar estudios superiores en el afamado colegio de los padres jesuitas y luego ingresó a la Facultad de Medicina, donde tuvo, entre sus principales maestros, a los doctores Claudio Mamerto Cuenca, Teodoro Álvarez y Juan José Fontana. Se doctoró en 1844, y en la solemne recepción de su grado fue despedido por el citado profesor, orador y poeta Cuenca con un inspirado discurso lleno de honrosos conceptos para el joven y distinguido médico, al que pertenece el siguiente párrafo: “ Dos coronas inmarcesibles se distribuyen hoy, doctor Rawson: la que vuestro genio y erudición han tejido para la Universidad, y la de la gloria, de felicitaciones que ella os retorna a la faz de Buenos Aires, de sus talentos, de sus hombres distinguidos. Esta recompensa única, la primera que da un cursante de sus aulas, es un premio altamente honroso y extraordinario que tributa, no a la eminencia y claridad de vuestro talento, sino a la feliz y oportuna aplicación de ese talento a las ciencias y a las artes; porque vos, doctor Rawson, convendréis conmigo que el talento por sí mismo no es acreedor al premio. La Universidad , al dirigiros la palabra en el día solemne de vuestra instalación en el doctorado, al mismo tiempo que os acompaña en vuestra satisfacción y regocijo, os felicita por el honor que vuestro aprovechamiento le hace; felicita a vuestro padre, a Buenos Aires, a la República toda por los días de triunfo y gloria que vuestro genio le prepara”. En el mismo año de 1844, Rawson se trasladó a San Juan, donde se inició en el ejercicio de la profesión .Al decir de su comprovinciano y adversario político don Domingo Faustino Sarmiento, Rawson “ gozaba de una reputación superior a sus años por sus talentos precoces y las recomendaciones de sus profesores, a cuyas envidiables dotes se unía un acendrado patriotismo y una energía y nobleza de carácter que atemperaban la moderación de su conducta y la unción de sus palabras”. Ese sólido prestigio determinó que fuera reclamado por la política de su provincia, y en el año de su llegada se le designó para ocupar una banca en la legislatura, desde la que no cesó de conspirar al derrocamiento de la tiranía, siendo él uno de los jefes del movimiento contra el caudillo Benavidez, gobernador de la provincia, que lo persiguió tenazmente sin que lograra doblegar su firme espíritu de luchador. En 1853 Benavidez llegó a encarcelar al distinguido médico y político, haciéndole colocar una barra de grillos y determinado su reclusión en la cárcel de San Clemente. Al siguiente año, su provincia lo eligió diputado al Congreso de Paraná, donde hizo oposición a la política de Urquiza, y cuando éste fue vencido por las fuerzas del general don Bartolomé Mitre, en la batalla de Pavón, Rawson se radicó en Buenos Aires, en cuya legislatura ocupó una banca de senadores hasta que San Juan lo designó su representante en el Senado nacional, en el año 1862. Incorporado a la alta Cámara, inició su actuación pronunciando dos célebres discursos con motivo del proyecto sobre federalización de la ciudad y provincia de Buenos Aires para servir de capital de la República, prevaleciendo sus ideas hasta 1880.
Rawson fue defensor de las leyes fundamentales del país y un político honesto y recto, como lo demuestran las palabras: “ Nosotros, como hombres de Estado, a quienes está encomendado el destino de los pueblos, debemos seguir la política del gran Washington, que es la política de la probidad, de la justicia, de la verdad; que cada hombre, cada pueblo, sea fiel al cumplimiento de sus deberes y Dios estará con nosotros.” El general Mitre, que supo valorar los méritos del ilustre sanjuanino, durante su histórica presidencia le confió la cartera del Interior, en cuyo desempeño Rawson demostró indiscutible versación constitucional, autoridad moral y dotes parlamentarias. Su labor en ese cargo fue tan variada como fecunda, constituyendo ese período de ministro el más activo y descollante de su vida pública.
El doctor Rawson jamás rehuyó una interpelación, ya fuese para suministrar informes o debatir cuestiones de política interior; al contrario, iba al Parlamento sin se llamado, para dar a conocer y sostener las ideas del Poder Ejecutivo con ilustración y elocuencia difíciles de superar. Durante la guerra del Paraguay, compartió con el vicepresidente doctor Marcos Paz , todo el peso del gobierno, hasta el fallecimiento de éste, ocurrido al iniciarse el año 1868, fecha desde la cual sus preocupaciones oficiales aumentaron considerablemente hasta que el general Mitre reasumió la presidencia. Estaba por fenecer el periodo presidencial, cuando el doctor Rawson renunció al ministerio que con tanto brillo desempeñara. En 1870 fue miembro de la Convención Constituyente que reformó la Constitución de Buenos Aires, en cuyos debates desplegó su persuasiva elocuencia. Posteriormente se desempeñó como diputado al Congreso, y cumpliendo con su cometido de tal presentó muchos proyectos de utilidad pública. Más tarde su provincia natal volvió a nombrarlo representante en el Senado Nacional; en esta ocasión tuvo opinión de su distinguido comprovinciano don Domingo Faustino Sarmiento, cuyos actos de gobierno habían tenido en Rawson un severo e implacable crítico. En julio de 1875, al discutirse el proyecto de ley de amnistía general , ya sancionado por los diputados, Rawson y Sarmiento rivalizaron en talento y elocuencia. En 1880 se alejó por completo de la política, en la que había tenido una participación ejemplar, según expresión de Pedro Goyena, a quien pertenece el siguiente juicio: “ Si son argentinos quienes lo escucharon ( a Rawson) no conseguirán defenderse de un movimiento de legítimo orgullo, ante esa inteligencia, ese carácter y esa palabra que nos honran, como honrarían al país más adelantado del mundo. Su presencia en el Congreso no puede ser interpretada sino como un acontecimiento del que todos deben felicitarse. El doctor Rawson es un patriota en toda la extensión de la palabra, jamás se afilió en círculos o camarillas, ni abandona el rumbo de los principios para seguir las pasiones imperantes de un momento dado de la vida política de los pueblos. Siempre ha sostenido en el Congreso ideas nobles y progresistas ,y una colección de de sus discursos sería una fuente de ilustración sobre las materias a que se refieren. Versado profundamente en el sistema político que hemos adoptado, y con calidades de expositor que envidiaría un profesor de las universidades europeas, el doctor Rawson cada vez que habla en las cámaras hace una magnífica lección de ciencia política”. Alejado de la política, se dedicó nuevamente a la medicina, logrando una serie de triunfos en la cátedra y en la clínica, que afirmaron su reputación de hombre de ciencia.
Sobre su actuación profesional merece recordarse que en mayo de 1873 tuvo el honor de inaugurar, como catedrático, el primer curso de higiene pública dado en nuestro país, ante un nutrido auditorio formado por profesores, médicos, sacerdotes, abogados, y estudiantes de las diversas facultades. Al año siguiente fue nombrado miembro de la Academia de Medicina, pero renunció a tan honrosa distinción, en 1876 representó a nuestro país en el congreso médico de Filadelfia, donde fue favorablemente comentado un trabajo demográfico que presentó sobre la estadística vital de Buenos Aires. En mérito a su descollante actuación, se le designó académico honorario de la facultad. De sus trabajos de higienista se han hecho ponderables juicios en diversas obras científicas. En 1881 se trasladó a Europa en viaje de descano que, en temperamentos como el suyo, no era sino de estudio, y para hacerse atender de una enfermedad a la vista. A su regreso consagróse exclusivamente a su cátedra de higiene y a la atención de su consultorio de la calle Suipacha y, no obstante ser éste muy frecuentado diariamente, el ilustrado médico jamás salió de su pobreza económica. Por ello en 1883 el Congreso Nacional, en el que años atrás brillaran su talento y sus virtudes, le acordó un retiro o pensión “en mérito a los relevantes servicios prestados a la patria”. En 1885 volvió a Europa y se radicó en París, donde siguió padeciendo de su enfermedad visual, y el 20 de febrero de 1890 falleció en la capital de Francia a los 69 años de edad. Sus restos fueron repatriados con los honores debidos a tan preclaro patricio. El 29 de septiembre de 1892 se inauguró su monumento en la Recoleta y el 1° de septiembre de 1928 se descubrió otro en su honor en una plaza de esta ciudad. La comisión de homenaje que presidió el doctor Domingo R. Morón ha publicado un volumen que contiene los discursos con los antecedentes de dicho acto. El ilustrado Doctor Gregorio Aráoz Alfaro ha estudiado la personalidad y la obra de Rawson en una serie de conferencia que pronunció en el local de la institución Bartolomé Mitre.